No hace mucho que hago fotografías, pero mi afición viene de mucho tiempo atrás. De pequeño me entretenía construyendo pequeñas cámaras oscuras con cajas de cerillas o con cajas de zapatos. Mi modelo más sofisticado incluso tenía un objetivo con una lupa de plumier dentro del cartón de un rollo de papel higiénico gastado. Me gustaba ver el mundo al revés proyectado sobre el fondo de aquellas cajas. Y por desgracia aquella afición no evolucionó hacia la fotografía. En aquellos tiempos se te iva una pasta con el revelado y positivado de los carretes. No ha sido hasta la era digital que he podido recuperar la afición de ver el mundo a través de un objetivo.
Como gran autodidacta que soy en todo, mi insaciable curiosidad me ha permitido desarrollarme y crecer hasta convertirme en lo que soy. Con mi primera cámara digital, una Aiptek PocketCam 3M, compacta muy sencilla de focal fija, empecé a recolectar momentos mientras viajaba. Eso fue en el 2003. Al año siguiente me hice con otra compacta, la mítica Canon Powershot A70, que me permitió conocer los principios de la fotografía. Con ella seguí alimentando mi afición. Tres años después compré una “bridge“, la Fuji Finepix S9600 (en mi mano en la foto de la derecha), con la que pude desarrollar todo lo aprendido con la anterior. Mi colección de momentos empezó a crecer a ritmo imparable.
Y por fin empecé el 2011 con una cámara “de verdad”, una Sony Alpha A580, la última réflex de espejo que lanzó Sony, con la que ya soy capaz de obtener exactamente la foto que quiero, cosa que antes sólo lograba con más o menos suerte. Ésta es mi actual cámara, que me acompaña a todas partes y que espero que lo siga haciendo durante mucho tiempo.
Aparte de todo esto llevo metido en redes sociales telemáticas desde 1989, por lo que con mi dilatada experiencia sobre el tema me siento autorizado para afirmar que Internet y las redes sociales son hoy en día unas de las mejores herramientas de difusión, y hay que aprovecharlo.
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