A finales del siglo XIX vivía en Bausen una pareja, Sisco y Teresa, que se amaban locamente. Querían casarse, pero al tener cierto grado de parentesco, el párroco de Bausen se negó a casarlos a menos que aportaran una importante cantidad de dinero para dispensarles una bula. Como los jóvenes eran de origen humilde no tenían apenas dinero, por lo que decidieron vivir juntos y sin casarse, decisión que causó un cierto revuelo entre los vecinos del pueblo.
La pareja vivió muy feliz y tuvo dos hijos. En 1916 Teresa, con sólo 33 años, enfermó y murió. De nuevo el párroco se negó a enterrarla en el cementerio de Bausén por considerar que había vivido en pecado, y esta vez los vecinos se encargaron de construir otro cementerio para darle sepultura, sólo a ella. Se conoce como el Cementerio de Teresa.
Al estallar la Guerra Civil Sisco y sus dos hijos se exiliaron en Francia. Él nunca se volvió a casar, y su voluntad era que llegado el momento lo enterraran junto a Teresa en su cementerio particular. Pero Sisco murió en Francia y la burocracia impidió cumplir su voluntad. Los hijos también murieron, y hoy en día son los nietos los que cuidan la tumba de Teresa, su abuela.
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Bausen, Lleida.