El invierno transforma todo en Jelgava. Lo que en verano es movimiento ahora es contemplación silenciosa. El Driksa, ese brazo del Lielupe de 5,2 kilómetros que abraza las islas Pasta y Pils, se ha convertido en un espejo opaco donde el hielo y el agua negocian sus territorios. El Driksas Baka vigila desde su base
