Entre las rocas calcáreas y la pinaza dorada que alfombra el sendero, reaparece inesperadamente la marca amarilla del Camí de Vidabona, que no habíamos visto desde el Pla de Pena. De repente, nuestro sendero marcado en rojo converge con esta antigua ruta que conecta valles y montañas siguiendo trazados que han permanecido inalterables durante siglos.
