A medida que nos acercamos a la cota 1830 de la Serra de Sant Amand, el sendero se transforma en un campo de obstáculos pétreo donde cada paso requiere atención y cálculo. Las rocas calcáreas se amontonan caprichosamente, creando trampas naturales para los tobillos desprevenidos y recordándonos que la montaña no perdona la distracción. Entre
