Después del esfuerzo sostenido entre rocas y senderos escalonados, el Pla de Pena se abre como una recompensa inesperada en la Serra de Sant Amand. La verticalidad del bosque da paso a esta planicie serena donde los pinos centenarios se dispersan con generosidad, creando un espacio para respirar hondo y contemplar la amplitud ganada con
