Desde las alturas del emplazamiento del castell de Pena, el zoom de la cámara nos acerca a Can Muiols, una antigua masía que aparece como un pequeño oasis de vida doméstica encajado entre los bosques de la vertiente sur de la Serra de Sant Amand. Lo que desde la distancia parecía apenas un punto en el paisaje, se revela ahora como una construcción tradicional con su característica cubierta de teja árabe rodeada de prados verdes.
Esta masía forma parte de la red de caminos que conectan el Coll de Graus con los senderos que suben hacia Saltor, sirviendo de punto de referencia para los excursionistas que recorren estos parajes. Las pistas forestales que la rodean han sido transitadas durante siglos por pastores, leñadores y montañistas, convirtiendo Can Muiols en un hito geográfico discreto pero constante en esta geografía de valles y crestas.
Los colores otoñales que salpican el bosque circundante crean un mosaico natural donde se mezclan los verdes perennes de los pinos con los dorados y cobres de las especies caducifolias. La masía, con sus dependencias y corrales, representa la persistencia de la vida rural en estos territorios de montaña, donde cada construcción debe adaptarse al relieve y aprovechar los recursos que ofrece el bosque.
Desde nuestra atalaya privilegiada, Can Muiols nos recuerda que la montaña no es solo naturaleza salvaje, sino también territorio humanizado donde generaciones de familias han sabido encontrar su lugar entre las cumbres y los valles del Ripollès.
(Texto de Claude AI)
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Sant Martí d’Ogassa, Girona.