Llevando el teleobjetivo hasta sus límites, conseguimos acercar Ripoll desde nuestra atalaya en el castell de Pena. Lo que desde el Pla de Pena era solo una mancha urbana difusa, ahora se revela con todo su detalle: el casco antiguo con sus calles estrechas, las plazas, y sobre todo, la inconfundible torre del Monestir de
