La Creu de Sant Amanç


Unos metros más adelante del punto más alto del Puig de Sant Amand, se abre finalmente un claro donde se alza la imponente Creu de Sant Amanç. La cruz de hierro se yergue sobre un altar de piedra, creando un espacio sagrado que corona esta montaña de 1851 metros de altura. Aquí se confirma definitivamente

La cima, quizás


Siguiendo las marcas rojas a través del bosque denso, el sendero continúa serpenteando entre pinos negros y rocas calcáreas sin ofrecer ninguna pista visual sobre dónde me encuentro exactamente. La vegetación lo cubre todo, creando un túnel verde que no permite vislumbrar horizontes ni referencias que confirmen la posición. Solo el GPS y el mapa

Al otro lado


Rodeando el misterioso cúmulo de piedras, la perspectiva desde el lado opuesto confirma lo que ya intuíamos: este amontonamiento no es obra del azar ni de la erosión natural. La disposición de las rocas calcáreas, algunas claramente apiladas unas sobre otras, revela una intencionalidad humana que el tiempo y el musgo han ido disimulando. La

Cúmulo fuera de lugar


A mitad de camino entre el emplazamiento del castell de Pena y la cima del Sant Amand, el bosque revela otro misterio: un montón de piedras de tamaños similares que se alza entre los pinos como un monumento anónimo. La uniformidad de las rocas y su disposición sugieren claramente una intervención humana, pero ¿de cuándo

La sima y la seta


Explorando los alrededores de la misteriosa Mina del Comte Arnau, encuentro lo que parece ser la "Boca Avenc" o boca de la sima, una de las entradas superiores de este complejo subterráneo que ha fascinado a investigadores durante más de un siglo. La abertura se hunde entre las rocas calcáreas cubiertas de liquen, rodeada de

Aquí hay algo


Justo en el punto exacto donde el mapa topográfico del ICGC sitúa el castell de Pena, el suelo se abre en una profunda depresión que desciende entre la maleza y las rocas cubiertas de musgo. No es una simple hondonada natural: la forma y las dimensiones de este hueco sugieren que aquí, efectivamente, hubo algo

Buscando las piedras


Después de recrearme con las vistas panorámicas, abandono el mirador natural y me adentro en el bosque siguiendo las indicaciones del mapa topográfico que sitúa el castell de Pena muy cerca de este punto. Entre los pinos negros y las rocas calcáreas que emergen del suelo cubierto de musgo, busco algún vestigio de lo que

Forzando la vista


Llevando el teleobjetivo hasta sus límites, conseguimos acercar Ripoll desde nuestra atalaya en el castell de Pena. Lo que desde el Pla de Pena era solo una mancha urbana difusa, ahora se revela con todo su detalle: el casco antiguo con sus calles estrechas, las plazas, y sobre todo, la inconfundible torre del Monestir de

Can Muiols


Desde las alturas del emplazamiento del castell de Pena, el zoom de la cámara nos acerca a Can Muiols, una antigua masía que aparece como un pequeño oasis de vida doméstica encajado entre los bosques de la vertiente sur de la Serra de Sant Amand. Lo que desde la distancia parecía apenas un punto en

Cota 1832


Llegamos a la cota 1832, el punto exacto donde el mapa topográfico del ICGC sitúa el mítico Castell de Pena. No encontramos ni rastro de murallas ni piedras talladas, pero sí la recompensa que justifica cualquier ascensión: una vista espectacular que abraza todo el entorno de Ripoll desplegado a nuestros pies. Desde esta atalaya natural,



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