Las vírgenes


En este rincón de la colina, la Virgen María se multiplica en todas sus advocaciones y materiales. La más protegida descansa tras el cristal de una urna de metacrilato, con su cartel recordando que hasta en los lugares más sagrados hay que cuidar la limpieza. Sus hermanas de azul la flanquean, cargadas de rosarios como

Por terreno resbaladizo


La tentación del atajo siempre tiene su precio. Este sendero estrecho y empinado promete llegar más rápido a la cima, pero la nieve compactada bajo mis pies se ha convertido en una pista de hielo traicionera. Cada paso requiere una negociación cuidadosa entre el impulso de avanzar y la prudencia de no resbalar. Las cruces

Dirección opuesta


Hay algo extrañamente reconfortante en seguir las huellas de quien ya estuvo aquí. En la nieve, cada pisada cuenta una historia: alguien caminó por este sendero hace horas, tal vez días, dejando la única evidencia de que este lugar no es solo mío. Las suelas han marcado un patrón irregular en la nieve blanda, un

La escalera al cielo


Aquí está la decisión que todo peregrino debe tomar: el camino directo o la exploración pausada. Esta escalera de madera, flanqueada por miles de cruces que se inclinan hacia ella como fieles en oración, promete llevarte recto al corazón de la colina. Cada peldaño es una pequeña elevación, tanto física como espiritual. El pararrayos que

La periferia


No todo sucede en la cima. Los márgenes también cuentan historias, tal vez más íntimas, más susurradas. Este sendero lateral, protegido por la sombra de los árboles, parece reservado para quienes buscan un diálogo más privado con lo sagrado. Aquí las cruces cuelgan de las ramas como ornamentos de un bosque encantado, transformando cada árbol

El bosque infinito


La colina ha desaparecido bajo su propia historia. Ya no es posible distinguir la forma original del terreno, perdida bajo décadas de fe acumulada que crece en todas las direcciones como un organismo vivo. Las cruces se superponen, se entrelazan, se apoyan unas en otras creando una arquitectura imposible que desafía la gravedad y la

Amontonadas


No hay protocolo en el dolor. No hay jerarquías en la fe. Las cruces se amontonan unas sobre otras como llegaron: urgentes, necesarias, imposibles de postergar. Algunas talladas con esmero durante meses, otras fabricadas a toda prisa la noche anterior al viaje. Grandes y pequeñas, de madera noble o de palos encontrados, todas comparten la

A los pies


Al pie de esta cruz monumental que parece dar la bienvenida a los peregrinos, el misterio se espesa como la niebla báltica. Los orígenes exactos de la Colina de las Cruces siguen siendo un misterio, aunque la primera mención escrita data de 1850. Pero las leyendas son más elocuentes que los documentos. Una leyenda popular

Viajemos con el sol


Entre la solemnidad de las cruces blancas y el peso de la historia, aparece esta cruz diferente que rompe el silencio con un mensaje de esperanza mecánica. Construida con piñones, cadenas, platos y bielas de bicicleta, es un testimonio ingenioso de que la fe puede expresarse con cualquier material, incluso con los restos de máquinas

Las cruces blancas


Once cruces blancas se alzan como soldados silenciosos en formación perfecta. Su color inmaculado las distingue del bosque de cruces que cubre la colina, pero su mensaje es igual de profundo. La placa en la cruz central habla en lituano de un duelo que duró una década: "Viespatie Suteik Amzina Ramybe Zuvusiems Lietuvos Laisves Koyos



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