Sendero tallado


El sendero se adentra de nuevo en la espesura del bosque siguiendo las marcas rojas que aparecen tímidamente entre los troncos. El camino se ha convertido en un canal natural tallado por miles de pisadas a lo largo de los años, una cicatriz serpenteante en el suelo del bosque que guía nuestros pasos entre pinos

Camino compartido


Entre las rocas calcáreas y la pinaza dorada que alfombra el sendero, reaparece inesperadamente la marca amarilla del Camí de Vidabona, que no habíamos visto desde el Pla de Pena. De repente, nuestro sendero marcado en rojo converge con esta antigua ruta que conecta valles y montañas siguiendo trazados que han permanecido inalterables durante siglos.

Un poco más arriba


El sendero se desdibuja entre el caos pétreo, pero una discreta marca roja en la roca nos confirma que vamos por buen camino. ‘Un poco más arriba’, parece decirnos esa señal pintada, como si fuera la voz de algún montañero experimentado que nos anima a continuar cuando las piernas empiezan a pesar y el terreno

Rayos


Siguiendo las marcas rojas por los dominios del antiguo Castell de Pena, el sendero se vuelve más agreste y pedregoso. Entre las rocas calcárias que emergen del suelo como huesos de la montaña, un viejo pino negro muestra las cicatrices de algún rayo que lo visitó en una noche de tormenta. El tronco partido, con

Por la senda roja


Tras dejar atrás los carteles y advertencias del Pla de Pena, el bosque nos acoge en su silencio otoñal siguiendo las discretas marcas rojas que aparecen pintadas en los troncos. Este sendero serpenteante, apenas una cicatriz en la hierba alta, se convierte en nuestro único hilo conductor hacia el Puig de Sant Amand. Los hayas

Advertencias


En el silencio del Pla de Pena, mientras buscamos las trazas del antiguo sendero hacia la cima de Sant Amand y los vestigios del legendario Castell de Pena, nos topamos con esta constelación de avisos que nos devuelve bruscamente al presente. Los carteles de coto de caza se multiplican entre los árboles como centinelas de

A vista de pájaro


Desde las alturas del Pla de Pena, Ripoll se extiende a nuestros pies como un tapiz urbano encajado en el fondo del valle. La población se despliega principalmente en sus barrios más modernos y periféricos, que desde esta distancia forman un mosaico de tejados rojizos y ocres repartidos entre el verde de los huertos y

Coral de montaña


Entre las acículas doradas que alfombran el Pla de Pena, este hongo coral emerge como una escultura natural tallada por la paciencia del tiempo. Sus ramas se extienden en todas direcciones, creando una arquitectura orgánica que desafía la geometría, recordándonos que la naturaleza es la primera artista. Ramaria, le dicen los micólogos a este género

El Pla de Pena


Después del esfuerzo sostenido entre rocas y senderos escalonados, el Pla de Pena se abre como una recompensa inesperada en la Serra de Sant Amand. La verticalidad del bosque da paso a esta planicie serena donde los pinos centenarios se dispersan con generosidad, creando un espacio para respirar hondo y contemplar la amplitud ganada con

Escalonado


Tras la prueba de roca y músculo, donde las manos se vuelven tan necesarias como los pies, el Bosc de Sant Eloi nos recibe con este sendero escalonado que respira entre pinos. El camino hacia Sant Amand nos regala ahora un respiro calculado: una progresión más amable pero igualmente vigilante, donde cada escalón natural parece



Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies. Pincha el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies