Viajemos con el sol


Entre la solemnidad de las cruces blancas y el peso de la historia, aparece esta cruz diferente que rompe el silencio con un mensaje de esperanza mecánica. Construida con piñones, cadenas, platos y bielas de bicicleta, es un testimonio ingenioso de que la fe puede expresarse con cualquier material, incluso con los restos de máquinas

Forzando la vista


Llevando el teleobjetivo hasta sus límites, conseguimos acercar Ripoll desde nuestra atalaya en el castell de Pena. Lo que desde el Pla de Pena era solo una mancha urbana difusa, ahora se revela con todo su detalle: el casco antiguo con sus calles estrechas, las plazas, y sobre todo, la inconfundible torre del Monestir de

Las cruces blancas


Once cruces blancas se alzan como soldados silenciosos en formación perfecta. Su color inmaculado las distingue del bosque de cruces que cubre la colina, pero su mensaje es igual de profundo. La placa en la cruz central habla en lituano de un duelo que duró una década: "Viespatie Suteik Amzina Ramybe Zuvusiems Lietuvos Laisves Koyos

Can Muiols


Desde las alturas del emplazamiento del castell de Pena, el zoom de la cámara nos acerca a Can Muiols, una antigua masía que aparece como un pequeño oasis de vida doméstica encajado entre los bosques de la vertiente sur de la Serra de Sant Amand. Lo que desde la distancia parecía apenas un punto en

Fe y Resistencia


Aquí está el milagro. Miles de cruces se alzan hacia el cielo como un ejército silencioso que ha ganado todas las batallas perdiendo cada una. No se conoce con precisión el inicio de la colocación de estas cruces, pero muchos investigadores creen que surgió cuando se establecieron cruces en honor a los lituanos muertos durante

Cota 1832


Llegamos a la cota 1832, el punto exacto donde el mapa topográfico del ICGC sitúa el mítico Castell de Pena. No encontramos ni rastro de murallas ni piedras talladas, pero sí la recompensa que justifica cualquier ascensión: una vista espectacular que abraza todo el entorno de Ripoll desplegado a nuestros pies. Desde esta atalaya natural,

Camino paralelo


Dos caminos hacia el mismo destino. Uno empedrado y ceremonial, hecho para la pausa y la reflexión. Otro de asfalto y urgencia, diseñado para llegar rápido. Los tres abedules observan desde su neutralidad milenaria, testigos silenciosos de que la meta puede ser la misma pero el viaje nunca lo es. ¿Importa realmente qué sendero eliges

Serpenteando por la cresta


El sendero se abre finalmente en la cresta de la Serra de Sant Amand, donde el terreno cae suavemente a ambos lados y la luz del día se filtra con más generosidad entre los pinos. El camino serpentea ahora entre rocas calcáreas y prados de hierba corta, señal inequívoca de que la cima está cerca.

El camino a la colina


Al salir del túnel, el mundo se abre de forma inesperada. No hay bosques densos ni montañas escarpadas, sino una planicie infinita donde el cielo abraza la tierra en un horizonte que parece no tener fin. El sendero empedrado se extiende como una promesa trazada sobre el paisaje invernal, guiando los pasos hacia lo que

Cuidado con los tobillos


A medida que nos acercamos a la cota 1830 de la Serra de Sant Amand, el sendero se transforma en un campo de obstáculos pétreo donde cada paso requiere atención y cálculo. Las rocas calcáreas se amontonan caprichosamente, creando trampas naturales para los tobillos desprevenidos y recordándonos que la montaña no perdona la distracción. Entre



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